La nevada que cayó aquel Miércoles de
Ceniza hizo que por las calles de Salamanca no se pudiera prácticamente andar.
María, después de despedirse de su madre dándole un beso en la frente se ajustó
la capa todo lo que pudo y salió para enfrentarse al temporal.
Mientras caminaba por la calle notó
como la nieve, que mojaba sus alpargatas, iba congelando poco a poco su alma. Aunque
el trayecto era largo, ya que tenía que andar más de una hora, iba tan
pendiente de no resbalar que no tuvo tiempo de aburrirse. Antes de llegar a su
destino paso cerca de las obras de la nueva catedral donde, a pesar del mal
tiempo, los hombres seguían transportando las piedras de un lado a otro. Miro
atentamente entre los trabajadores con la esperanza de ver a su padre, era
maestro cincelador y solía trabajar hasta que la luz del día se agotaba. Frustrada
por no haberle visto siguió su camino. Le hubiera gustado darle un beso para
agradecer la oportunidad que le estaba brindando. Su padre había realizado varios
trabajos en el palacio de los condes y, por ello, habían requerido sus
servicios.
Según le había contado su progenitor
durante la cena, su labor consistía en ser dama de compañía de la hija de los
condes. Al parecer la pobre muchacha había sufrido un accidente mientras
montaba a caballo en el que se había quedado ciega. María sentía pena por la
joven condesa, ella nunca había montado a caballo y no sabía qué alegría podría
proporcionar hacerlo pero estaba segura que no podría compararse a la de ver. Aquella
misma noche ella se había vendado los ojos para saber cómo debía ser el mundo
de ella por un instante. Al intentar andar se había tropezado con la silla, la
mesa y con todo lo que había a su alrededor. Se dio cuenta que una dama de
compañía le era necesaria ya que la joven condesa necesitaba a su lado alguien
le evitara tropezar y entonces sintió una enorme pena. ¿Qué hombre iba a querer
a esa muchacha? ¿Cómo iba a casarse con ella alguien? Seguramente solo lo
hicieran por interés, ella era la futura Condesa de Vallesol y por todos era
sabido que su padre amasaba una gran fortuna.
Cuando al fin llegó al palacio de los
Condes de Vallesol, eran las diez de la mañana. Nerviosa llamó a la puerta de
servicio donde una mujer rechoncha la recibió.
-Hola, buenos
días.
-Buenos días
muchacha, ¿en qué puedo ayudarle?-contestó de
forma hospitalaria.
-Mi nombre es
María Alonso y vengo de parte de Jerónimo Alonso, mi padre.
-¿Tú eres
María? ¡Virgen Santísima! Has crecido muchísimo-replicó
sorprendida la mujer-. Pero pasa muchacha, no te
quedes fuera con este frío.
Al cruzar el umbral del la puerta,
María se encontró con la cocina del palacio. Era un espacio amplio con una gran
mesa en el centro rodeada de sillas donde debía comer el personal. A la derecha
una gran chimenea caldeaba la estancia.
-Pero siéntate
muchacha, que no mordemos-dijo la mujer señalándole una
silla.
-Muchas
gracias, señora.
-¿Señora? Eso sí
que es un buen chascarrillo. Yo soy Doña Virtudes, la cocinera, y esta que está
aquí es Elvira, mi ayudante.
-Encantada de
conocerlas-contestó tímidamente-. Mi padre me
dijo que preguntara por Don Fernando, él me dirá que es lo que tengo que hacer.
-Sin duda tu
padre es un hombre muy sabio-. Rió Doña
Virtudes-. Elvira ve a buscar a Don Fernando y
tú acerca esa silla al fuego, no vaya a coger una pulmonía.
Don Fernando resultó ser un hombre
canoso, bajito y mal humorado que al parecer dirigía el servicio del palacio
con mano dura. Sin ningún tipo de tacto, le ladró que su vestimenta no era la
adecuada y que antes de presentarse ante los señores se le proporcionaría una
nueva. Al verla temblar ante sus palabras el hombre entendió que se trataba de
una buena muchacha. Por ello con un tono un poco más suave, que podríamos
comparar con el de un gruñido, le explicó impacientemente cuáles eran sus
tareas y donde estaba su habitación. Al parecer en ella habían instalado un
timbre para que Doña Magdalena, que así se llamaba la joven condesa, pudiera avisarla
por la noche a la hora que quisiera.
Una vez se cambió de atuendo, María,
volvió a la cocina para esperar a Don Fernando como él mismo le había indicado.
-Toma,
muchacha, un poco de caldo. Te vendrá bien para templar el cuerpo-le ofreció
Elvira.
-Muchas
gracias, pero no sé si debo to...
-No digas
tonterías, tómatelo-.Insistió la mujer-.Aquí siendo
hija de quien eres no ha de faltarte nada, tus padres son unas buenas personas.
Antes de que subas a ver a la joven condesa quiero que te armes de valor y
paciencia. La pobre esta amargada por todo lo que le ha pasado y va a querer
hacerte la vida imposible. Pero hazme un favor, resiste y ten mucho cuidado.
María escuchó atentamente los consejos
de Elvira, se veía que era una buena persona y que apreciaba a su familia. Por
lo que parecía su trabajo no iba a ser tarea fácil y empezaba a tener
curiosidad ¿cómo sería su señora?
Me parece interesante , suerte con tu nueva historia
ResponderEliminarMuchas gracias espero que te guste ^^
EliminarMe encantará saber tu opinión jejejej siempre es importante ;)
Mil besos
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
EliminarMuchas gracias espero que te guste ^^
EliminarMe encantará saber tu opinión jejejej siempre es importante ;)
Mil besos
ya tengo curiosidad como sigue. Espero leer el proximo capitulo pronto. ;)
ResponderEliminar^^ unos días más y tendrás tu respuesta reina!! Mil besos
EliminarUn buen comienzo, ya me veo que a la pobre María le va a pasar de todo...
ResponderEliminarVoy a estar pendiente de las continuaciones!
Muchas gracias ^^ la pobre María se las va ver canutas o no...¿ Quién sabe? mil besos!!
EliminarPensé que había comentado.
ResponderEliminarEstá muy bien. Ya continuarás.
Muchas gracias ^^espero no decepcionados!! Un abrazo
EliminarHola Lupe!!
ResponderEliminarMe encanto *-* como siempre tus novelas no han perdido ese toque ligero y adictivo :3 me quede intrigado por como sera la condesa y que pasara con la joven maria
Estare esperando el proximo capitulo con ansias
Un beso!!
Hola!!! Muchas gracias ^^ jejeje
EliminarEspero seguir manteniendo vuestras expectativas ^^ me alegra muchísimo tu comentario. Millones de gracias reina!! Besitos
Vaya forma de intrigar al personal ¿eh? Jajajaja.
ResponderEliminarMe gusta mucho el enfoque y esta primera parte en la que nos has presentado un poco a María y a los que serán sus nuevos compañeros en el servicio de la casa. Estoy muy intrigada sobre cómo será la condesa y cómo tratará a María. Intuyo que podría no tratarla bien debido a lo amargada que está con su ceguera... No sé, no sé.
Eso sí, vigila un poco algunas cositas que he visto , como "... del la..." o colocar una coma entre el sujeto y el predicado (en: "Una vez se cambió de atuendo, María, volvió a la cocina para...", como ves, no queda muy bien esa pausa).
Yo también esperaré el próximo capítulo con ansias :)
Muchas gracias por tus comentarios!!! Son de muchísimas ayuda, volveré a repasar el texto. A las veces me pasa que no veo los errores aunque los lea y relea, así que me viene genial que me lo digáis!!
EliminarUn besazo!!
Si pretendías enganchar...lo has conseguido! Ya solo con estar ambientado en Salamanca, ciudad que adoro, me tienes ganada. Pero además la historia tiene muy buena pinta. Tengo muchas ganas de ver como sigue :)
ResponderEliminarJajajajaj pretendía, pretendía y me alegra haberlo conseguido!! Espero que con cada capítulo un poco más ^^ la ciudad es una joya y eso que aún no la conozco!!! Tendré que poner solución a esto!!!
EliminarMil besos!!
Holaa!!! Buen comienzo! Me gustan las expresiones tan típicas de la época (y de la no tan época jaja).
ResponderEliminarEspero conocer a la hija de los condes en capítulos posteriores, a ver si en verdad da pena o no ^^
Sigue así!!!
Un besazooooo!!!
¡¡Hola guapa!!
ResponderEliminarAy madre... pobre María...... ¡¡Impaciente por saber cómo le va a ir!! ;)
¡Un beso!
Esto promete guapa!!
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