A la mañana siguiente el
tacto de una manita sobre su cara despertó a Elsa. Al abrir los ojos se
encontró con Hugo, que risueño le daba palmaditas en la mejilla ¡Se había
quedado dormida! ¿Por qué Oliver no la despertó? ¿O no había llegado? Vaya
responsabilidad la de este hombre, seguro que había quedado con un ligue.
-Buenos
días, chiquitín saludó al pequeño mientras le hacía cosquillas-¿cómo
has dormido granuja?
Las carcajadas de su hijo
anunciaron a Oliver que estaban despiertos. La noche anterior estaba inquieto
por haber dejado a su hijo con una extraña así que en cuanto consiguió la firma
que buscaba volvió a casa. Llegó sobre la una y los encontró abrazados
durmiendo en la cama de Hugo. Aquello le tocó el corazón, Elsa era la mejor
persona que podía encontrar para cuidar a Hugo. Y ya era hora de dejar a su
madre un poco libre, sabía que estaba encantada de ejercer de abuela pero también
que tenía su vida.
Al día siguiente al
levantarse llamó a su secretaría, que era la madre de Elsa, para agradecerle la
recomendación, avisarle de que su hija seguía en su casa y pedirle que el lunes
redactara un contrato para ella. Una vez colgó el teléfono se sentó a leer el
periódico en su tablet mientras
esperaba que ellos se despertarán.
-¿Papá?-oyó que llamaba el niño.
Al oírle, se levantó y fue
a la habitación.
-Buenos
días dormilones-saludó
él cogiendo al niño.
-Buenos
días-contestó ella con
alegría-parece que me quede
dormida, ¿por qué no me has despertado?
-¡Ah!
Me dio pena molestaros-contestó
distraído mientras le quitaba el pañal que le ponían al niño para dormir-¿Desayunamos?
-¡No!-contestó Hugo.
-¿No?
Sí, sí, sí-insistió él mientras
le hacía cosquillas- ¿A
qué comer es bueno, Elsa?
-Clarooo-lo apoyó ella-¡Hugo, tienes que comer
para hacerte grande como tu papá!
La sonrisa que Oliver le
regaló la dejo sin respiración. Era un padre orgulloso, entregado y, para
colmo, estaba muy bueno ¿Se podía pedir más? ¡Ella quería tener un papi así!
Una vez desayunaron, Hugo
se empeñó en ir al parque con Elsa. La joven intentó explicarle que se tenía
que ir a casa, que no podía, pero el niño no cedió. Oliver, divertido por la
cabezonería de su hijo, propuso una opción que los contentó a los dos. Llevarían
a Elsa a su casa, después ellos se irían a comprar y cuando acabaran la
recogerían para ir al parque. Oliver se disculpó ante la insistencia del niño, pero
en realidad estaba encantado por la oportunidad de conocerla un poco mejor.
Cuando la recogieron a la
hora de comer Elsa se había duchado, cambiado de ropa y estaba dispuesta para
la guerra. Antes de montar en el coche abrió la puerta donde estaba sentado el
niño y le dio una piruleta. Hugo se la agradeció con un beso mientras su padre
le sonreía satisfecho.
Fueron a comer a Mc Donals,
donde descubrió que aquel par de morenos eran unos locos de las patatas fritas
y de los nuggets. En un intento de
proteger sus patatas del ataque del niño, Elsa, pensó que hacía mucho tiempo
que no se divertía tanto durante una comida. Normalmente se las pasaba
enfurruñada por cualquier tontería, quejándose por no tener trabajo o intentando
ser lo suficientemente chic para
despertar el interés de su compañero de mesa. Pero con aquellos dos todo era
sencillo. No había conversaciones profundas y todo eran risas. El niño era un
pequeño pillo y mandón al que no se le podía engañar mientras que el padre era
un verdadero bombón.
Cuando fueron a pedir los
helados Elsa aprovechó para observarlos tranquilamente. Guardaban gran
parecido, los dos eran morenos y, aunque el pequeño era un niño, tenían algunos
gestos similares. Se fijó en que ambos tenían la misma boca, la misma nariz,
aunque un color de ojos diferentes. Hugo era dueño de unos preciosos ojos color
caramelo que seguro que harían las delicias de muchas niñas mientras que Oliver
tenía unos cálidos ojos azules capaces de amar.
Después de la comida Hugo
insistió en ir a un parque de bolas que había cerca del restaurante. Cuando el
pequeño se quedó entretenido con los monitores, después de intentar sin éxito
que ellos entraran en el parque, decidieron tomar un café en la zona de padres.
Aunque al principio no sabían muy bien de qué hablar, Oliver aprovechó para
conocer un poco más a aquella chica e incluso le comento que quería contratarla
para cuidar del niño por las tardes. Ella le explicó que estaba dando clases
particulares. Necesitaba tiempo para avisar a sus alumnos, así que quedaron en
que empezaría a cuidar de Hugo en una semana.
Sobre las siete decidieron
volver a casa, Hugo, se había quedado dormido nada más montarse en el coche. Y
a Elsa verlo allí dormido le inspiró una gran ternura.
-Míralo,
parece hasta bueno-comentó
con una sonrisa en los labios.
-Es
perfecto.
La contestación de Oliver
hizo que ella lo mirase.
-Es
lo mejor que me ha pasado-continuó
él-al principio me
costó aceptar que iba a ser padre pero después él es mi salvavidas.
Aquella
contestación tan sincera la estremeció. En ese momento le hubiera gustado
preguntarle acerca de su vida, quería conocer el sufrimiento que había
escondido en sus palabras, pero no creyó que eso fuera oportuno. Continuaron en
silencio hasta que llegaron a casa de ella. Al llegar Elsa se despidió, se bajó del coche y camino hasta el
portal sin volver a mirarlos. Sabía que en una semana volvería a estar con
ellos y, aún así tuvo la sensación de que los iba a echar terriblemente de
menos.
Precioso y limpio relato, natural como la vida misma. Me encantaría ver el final.
ResponderEliminar¡Muchas gracias! Esta historia tiene cuatro capítulos, así que en un par de semanas tendrás el final entre tus manos =D Un abrazo
EliminarMe a gustado bastante *-* normalmente no soy muy apegada a los niños pero Hugo en particular me llena de ternura :3
ResponderEliminarEstaré esperando el próximo relato ansiosa
Un besote!
Jejeje ¡me alegro de que te agrade Hugo, la verdad es que es muy tierno ^^! Yo estoy enamorada de él. Mil besotes
EliminarEstá muy bonito :)
ResponderEliminarGracias =D
EliminarMe está encantando ^^ No sé por qué me da que no va a estar contratada mucho tiempo ;P
ResponderEliminarUn besazooo!!!
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