1. Sapos y Culebras…¡de chocolate!
Como cada 31 de octubre Claudia, Diana y Julia tenían una
cita. A pesar de los años, de las responsabilidades, de vivir en ciudades
distintas, de la familia año tras año seguían reservando la Noche de Brujas
para ellas.
Pensaréis que eran unas fanáticas de lo oculto o tal vez que
eran brujas pero la verdad es que sus vidas distaban mucho de todo aquello.
Julia era una informática prestada a Francia, como le gustaba
denominar a su situación laboral ya que seguía con la esperanza de encontrar
trabajo en España, que trabajaba en el mantenimiento de los sistemas operativos
de una multinacional.
Diana vivía un perfecto cuento de hadas junto a su exitoso
marido, quien prefería que ella se quedara en casa a que algún baboso le
pusiera los ojos encima. Nada sano…pero bueno, ella no lo veía.
Y Claudia, la más pequeñas de las tres, que seguía viviendo
en el mismo barrio en el que se conocieron, cerca de la facultad de
informática, donde había heredado la casa de su abuela que ahora compartía con
Cristóbal, su marido, y sus hijos, Julián y Manuel. Después de acabar la
carrera había opositado para ser maestra de secundaria, asegurándose un salario
seguro y una frustración continua.
Entonces, os preguntaréis ¿por qué se juntaban ese día y no otro
cualquiera? Pues porque era una costumbre, simple y llanamente, hacía quince
años que se conocieron un 31 de octubre y ninguna tenía nada que hacer. Después
de un montón de clases absurdas y aburridas decidieron pasar juntas esa noche,
en la que todo el mundo enloquecía disfrazado y en la que ellas no creían, en casa de la abuela de Claudia,
y contra todo pronostico se lo pasaron genial. Al año siguiente repitieron en
casa de Julia, y así siguieron hasta crear tradición. Pero este año era
especial, volvían a celebrar su fiesta en casa de la abuela, como la habían
bautizado a lo largo de los años, y Claudia se estaba esforzando todo lo que
podía en que la noche fuera perfecta.
Aficionada a los blogs de repostería, se había esmerado en
preparar todo tipo de repostería para el evento: cerebros de gominola, manzanas
envenenadas(de caramelo verde), galletas de escoba…y todo un festival de azúcar
que tuvo que defender con coraje hasta que su marido y los niños desaparecieron
del hogar familiar.
Para decorar la casa, colocó pequeñas calabazas cada dos
peldaños de la escalera con una vela encendida, que junto a las telarañas que
Julián y Manuel habían repartido por toda la casa le daban el toque tétrico
necesario para la ocasión. En el comedor preparó la mesa para seis, y en los
lugares que sobraban colocó esqueletos de mentira vestidos con ropa vieja que
había encontrado en el desván. Vistió a dos de hombre y a uno de mujer. Sus
vestimentas, con cierto aire años veinte, hicieron que lucieran como dos
caballeros importantes y una fina dama de llena de encajes y puntillas. Como
colofón final sacó una de las viejas botellas de licor que su abuela guardada,
con la que amenizarían la fiesta, y colocó dos velas negras que encontró en el
mismo arcón donde estaban los sombreros.
A las diez en punto, la chicharra de la puerta chilló
anunciando la llegada de sus amigas. Salió a su encuentro con dos copas
humeantes de un rojo vivo, con las que quería impresionarlas, haciéndoles
pensar que era un conjuro, y emborracharlas porque llevaba licor de la abuela
para parar un tren.
-Bienvenidas queridas compañeras-saludó como había ensayado-,
beber esta poción que hará que nuestras vidas cambien para siempre.
-Salud, compañera-saludó Julia mientras recogían la copa.
-Hola teatrera, ¿nos has preparado la escoba?-bromeó Diana
mientras se llevaba el cóctel a los labios.
-¡No!-gritó Claudia-.Primero el conjuro.
-¿El conjuro, tía?-rió Diana divertida-Si que te dio fuerte
este año…
Alzando su copa, entre risas, leyeron un par de frases
sacadas de un viejo libro de la biblioteca de su abuela.
Noche de Brujas, noche ancestral,
que estos amigos que tanto se
quieren
no se separen jamás.
Que vean los años, que luchen
contra el mal y
que su secreto nadie conozca jamás.
Después de
pronunciarlas, mientras bebían el cóctel que Claudia había preparado, tres
golpes sonaron en el comedor y se apagaron todas las luces de la casa.
Asustadas por aquel apagón repentino, caminaron juntas hasta el comedor donde
Claudia encendió a tientas las velas que había encima de la mesa.
Cuando la luz
de las llamas rompió las tinieblas se encontraron con algo que nunca se habrían
imaginado. Tres pares de ojos los miraban descarnados y curiosos. Pero, ¿cómo podía
ser aquello posible?
Ostras!!! que intriga!!! Me encanta tu blog y me quedo por aquí!!! Deseando saber como continua!!!
ResponderEliminarGracias por pasarte por mi blog y comentar!!
Besos Mallorquines!!!
Isa Jaramillo El desván de las delicias
Hola!
ResponderEliminarFormo parte de la iniciativa y debo decirte que me ha encantado el inicio de tu historia, hasta la próxima guapa y ya estoy por aquí desde hace unos días!
Dana Sánchez Historia de dos amantes
Que buena!! Espero la continuación :D !!
ResponderEliminarQuiero más ..... Me emcanta
ResponderEliminarQue guay!!!!! Mas, mas :)
ResponderEliminarTienes un premio en mi blog
ResponderEliminar¡Hola guapaaa! Me ha gustado mucho el capi ^^
ResponderEliminarEl único fallo que he encontrado ha sido la repetición de alguna palabra en una misma frase, como repostería.
Por lo demás está muy bien planteado el primer capi :) voy a por el siguiente :)
¡Un besazooo!
Hola! Que buen capítulo, me ha encantado la preparación de la mesa, jejeje y el final del capítulo es perfecto para dejarte con ganas de seguir con la historia.
ResponderEliminarBesos!