El resplandor
de las velas dieron luz a tres pares de ojos ávidos de vida. Claudia, Julia y
Diana contuvieron un grito de terror que se vio cortado por unos golpes.
Asustadas
miraron a su alrededor en busca de su origen sin encontrar la respuesta.
-Claudia,
tía, esto empieza a acojonarme-comento Julia temblando.
-Yo…no-contestó
titubeando-, no tengo nada que ver.
Sin poder
creer lo que estaba pasando, Claudia se separó de sus amigas. Le parecía que
uno de los esqueletos había movido una mano, pero aquella idea no podía ser
posible. ¿Qué estaba pasando allí?
Desde
pequeña, su abuela, le había contado historias en las que habían espíritus
errantes. Le había dicho algunos de ellos vivían en el desván, donde estaban
encarcelados sedientos de venganza. Para que nadie pudiera liberarlos sus
antepasadas habían anudado su existencia a algunos objetos secretos que nunca
habían revelado. Está claro que jamás creyó en aquellas historias, siempre
había pensado que todos aquellos cuentos servían para que no fisgara en el
desván. Estaba segura de que su abuela se había inventado aquellas historias para
impedir que se hiciera daño pero ¿y si todo aquello no era mentira? Ella había
sacado todo aquello de allí arriba. Las velas, el conjuro, la ropa…¿qué pasaba
si lo que su abuela le contaba era cierto?
Sumergida en
sus pensamientos, no reparó en que una de sus amigas había dejado de lado el
miedo para acercarse de nuevo a la mesa.
-¡Venga ya!
Te lo has currado muchísimo-dijo Diana cogiendo el esqueleto vestido de
mujer-¿cómo has hecho para que le brillen los ojos?
Junto al
movimiento del brazo todas las velas que del comedor se encendieron dando luz a la sala mientras
que la vajilla tintineaba con tanta intensidad que las copas volaron en mil
pedazos.
Sobresaltadas,
las tres amigas corrieron hacia la salida pero, antes de llegar, la puerta se
cerró.
-Claudia,
esto no tiene gracia-gritó histérica Diana mientras tiraba con Julia para abrir
la puerta.
-¡Yo no he
planeado esto!-gritó desesperada la anfitriona.
-¿Qué coño
quieres decir?-exclamó Julia desesperada.
En ese
momento, en esqueleto que estaba de espaldas a la puerta giro su huesudo cuerpo
clavando sus ojos en ellas.
-Se ha
movido-gritó histérica Diana.
Aterrorizada
por el recuerdo de todas las historias que su abuela le había contado, Claudia
cogió uno de los candelabros y lo lanzó contra la cristalera.
En ese
momento, no le importó que su abuelo las hubiera pintado a mano, ni tan
siquiera que esa cristalera fuera el regalo de boda que le hizo a su abuela,
solo necesitaba salir de allí. Pero el candelabro rebotó haciendo que las velas
prendieran una alfombra cercana.
Intentaron
sofocar el fuego con los cojines del sofá, pero el ambiente de la estancia se
volvió irrespirable. El fuego se propagaba deprisa. Y los pulmones de las tres
amigas se llenaron de humo, robándoles poco a poco la respiración.
Llorando se
abrazaron a esperar la muerte en un rincón. Por sus mentes, pasaron todas
aquellas cosas que habían decidido dejar para otro momento y que les habían
impedido disfrutar de la vida. Claudia pensó en sus hijos, en que no los vería
crecer. Imaginó como sería una vida sin ella, sin sus riñas, sin el beso de
buenas noches. Los imaginó tristes, desamparados, intentando llenar el vacío
que ella dejaba con las drogas o el alcohol y el nudo de impotencia que se
formó en su garganta fue tan potente, que le hizo gritar como nunca desgarrando
sus entrañas con un mensaje que jamás había oído.
-¡PARAD MALDITOS HIJOS DE SATÁN!¡Parad o la ira de estas tres brujas os perseguirá
eternamente!
Antes de
acabar aquellas palabras todo volvió a la normalidad. Al volver la electricidad
a la casa no encontraron rastro del fuego ni el humo, y todo estaba tranquilo
como antes de brindar.
-¿Qué ha
pasado?-preguntó Julia aún sentada en el suelo.
-No lo sé
pero debemos de buscar respuestas-contestó Claudia pensativa.
-Pero, ¿qué ha
pasado?¿Es real?-interrogó Diana incrédula.
-Creo que os
tengo que contar una historia-.Afirmó Claudia convencida-. Creo que tenemos
mucho que averiguar.
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Estoy enganchada
ResponderEliminar¡Hola guapa!
ResponderEliminarGuau, a mi me pasa eso y me da un síncope xD
Está muy entretenida la historia :) a ver qué pasa con estas amigas... ¿serán brujillas?
Un fallito que he encontrado es: Parar EN O la ira de estas tres brujas os perseguirá eternamente!
El en o igual se ha colado, y parar sería parad, ya que es el modo imperativo de la segunda del plural.
Por el resto me tienes enganchada ^^
Sigue así cielo :)
¡Un besazo enormeeee!
Madre mía, consigues mantener esa intriga de que está sucediendo todo el tiempo, incluso aumentándola y eso para mi es muy bueno. ¿Qué contará Claudia a sus amigas? Me voy al tercer capítulo, jejeje.
ResponderEliminarBesos!